Y el mejor cementerio es…
Los muros de los cementerios narran leyendas, acotan el tránsito entre la vida y la muerte, y su interior rezuma historia, arte e incluso belleza y, además, estos días se acicalan para conseguir el mejor puesto en un certamen español que celebra su segunda edición.
Aunque normalmente los camposantos sólo se visiten para limpiar las tumbas de familiares o llevarles ofrendas, «especialmente el día de los Difuntos», esta tendencia está cambiando porque estos lugares «se están revalorizando por parte de la ciudadanía», según explica Jesús Pozo, director de la revista «Adiós Cultural», que edita Funespaña.
Con el objetivo de defender y reivindicar el patrimonio artístico, cultural y arquitectónico, así como de fomentar su conservación, se celebra el II concurso de cementerios de España, que en su primera edición colocó en el podium a los camposantos de Burguete y Roncal, en Navarra, y de Alcoi, en Alicante.
El certamen, que no tiene réplicas en otros países, pretende desprenderse de la «superstición» que atesoran estos lugares, que históricamente conllevan una percepción de «de terror y horror», a diferencia de otros puntos geográficos donde hay una «mentalidad de pasear y apreciar sus recursos artísticos».
«Hay que cuidar estos espacios para preservar la historia porque -opina- los ejes más significativos de los humanos son la vida, el amor y la muerte».
El uso de estos lugares sagrados ha ido evolucionando «poco a poco» y ahora pueden llegar a acoger conciertos de jazz -como en el cementerio de Granada- o avivar el llamado «necroturismo», que día a día suma adeptos con iniciativas como «la ruta poética de Lugo».
Desde que el Consejo de Europa reconoció en 2010 como itinerario cultural la Ruta de los Cementerios Europeos, han sido muchas las ciudades que han visto en sus camposantos un atractivo turístico y han comenzado a promocionarlos como un reclamo monumental.
Este concurso surgió el año pasado como apoyo a esa ruta y concede una recompensa económica destinada a preservar el entorno e integrar elementos «que fomenten su valor» a través de paneles informativos «que faciliten la comprensión de estos museos al aire libre».
El certamen consta de dos fases: una primera -ya finalizada- en la que especialistas en arte, antropología, historia, literatura, redes sociales y servicios funerarios han valorado los aspectos técnicos y artísticos de cada una de las 42 candidaturas presentadas y de las que han salido los finalistas en las cinco categorías.
La segunda la protagoniza el voto popular a través de la web. A las categoría de mejor cementerio, mejor escultura y mejor monumento arquitectónico, se unen en esta segunda edición la de mejor iniciativa medioambiental y la de mejor historia documentada ocurrida en el recinto, para «valorar la gestión ambiental que se hace en ellos y dar a conocer relatos de interés», apostilla Pozo.
Una de esas historias se desarrolla en el cementerio donostiarra de Polloe por el que paseó Alfred Hitchcock y que «le sirvió como fuente de inspiración para sus películas», según explica la doctora en Historia del Arte y miembro del jurado, Ana Valtierra.
Parte de la transcendencia de estos lugares radica en que reflejan fielmente «las costumbres de su población», según la experta, que no obstante lamenta que «sin motivos personales» no se acuda al cementerio.
Y eso persigue el concurso: acercar a los ciudadanos el valor patrimonial, histórico y cultural de los camposantos para establecer una relación de normalidad y situarlos donde merecen estar, ya que «forman parte del pasado y ayudan a entender el presente».