¿Soy hipocondríaco?

La preocupación por la posibilidad de desarrollar una enfermedad grave y la tendencia a ponerse en lo peor son algunas características de la hipocondría. Una condición que en tiempos de coronavirus puede convertirse en algo realmente insoportable.

La preocupación por la posibilidad de desarrollar una enfermedad grave y la tendencia a ponerse en lo peor son algunas características de la hipocondría. La actual pandemia de COVID-19 puede ser un periodo particularmente difícil para las personas con este trastorno.

“El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro”, dijo en cierta ocasión Woody Allen, uno de los  hipocondríacos declarados  más famoso del mundo.

 No obstante, lo que tradicionalmente se conocía como hipocondría tiene un nuevo nombre. De hecho, en la última versión de la clasificación de trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría se denomina “trastorno de ansiedad a la enfermedad”.

“Consiste en temor, aprehensión y preocupación ante la posibilidad de desarrollar una enfermedad grave que acarrearía mucha pérdida de calidad de vida y, finalmente, la muerte”, explica Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés y catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

“Muchos hipocondríacos tienen gran ansiedad ante la posibilidad de desarrollar un cáncer. Su ansiedad se somatiza en una serie de síntomas, por ejemplo, picores, sensaciones internas u otros,  pero, como no conocen su origen, tienden a ponerse en lo peor y piensan que podría ser un cáncer. Es decir, temen que suceda algo malo, eso les provoca ansiedad y la ansiedad les causa los síntomas. Es un círculo vicioso, una profecía autocumplida”, describe.

El especialista aclara que esto está relacionado con una obsesión. “La obsesión sería un pensamiento intruso que tiene que ver con la posibilidad de desarrollar una enfermedad grave, lo que provoca ansiedad. Pero ese pensamiento no se interpreta como un mero pensamiento, sino que la persona tiende a darle valor de realidad, que queda reforzado por los síntomas, aunque los síntomas sean debidos a la ansiedad”, detalla.

¿CÓMO ME PUEDO DAR CUENTA DE QUE SUFRO ESE TRASTORNO?

 Según señala el profesor Cano Vindel, el proceso que tiene una persona con “trastorno de ansiedad a la enfermedad” podría ocurrir de la siguiente manera:

 “El individuo cree que se está resfriando y se pone el termómetro. Tiene 37,5 grados centígrados, que no es fiebre propiamente, sino febrícula, pero se asusta porque para él cualquier síntoma es un peligro potencial. Entonces empieza a buscar en internet y, a través de sus búsquedas, concluye que probablemente tiene cáncer. Pero cuando lo piensa más fríamente o alguien le dice que el cáncer no se diagnostica con un termómetro y un acceso a internet, se da cuenta de que se ha asustado mucho por nada”.

“Es a través de la reflexión o de que alguien le ayude a razonar y a contrastar sus pensamientos con la realidad como empieza a ser consciente de que se ha excedido en sus interpretaciones. Ese es el momento en el que se da cuenta de que sufre procesos de ansiedad por pensar que padece enfermedades que en realidad no tiene. Sin embargo, sufre por ello”, manifiesta el psicólogo.

Asimismo, el especialista comenta que la forma habitual que tiene una persona con este trastorno de descartar que tiene una enfermedad grave es hacerse pruebas médicas y luego ver los resultados.

“Primero tiene que pedir cita, se la tienen que dar, le tienen que realizar las pruebas y, por último, tienen que darle los resultados. Todo ese tiempo está sufriendo”, recalca.
No obstante, el doctor Cano Vindel afirma que esta comprobación sólo sirve para desmontar parcialmente el pensamiento. 

Por ejemplo, alguien que se ha sometido a la prueba del VIH y ha obtenido un resultado negativo puede pensar que el análisis no ha sido capaz de detectar el virus porque tuvo la conducta de riesgo el día anterior. El psicólogo aclara que la comprobación ni siquiera sirve para desmontar el pensamiento sobre lo que hizo 24 horas antes. Además, puede tener nuevos pensamientos dentro de una semana y no es posible someterse a pruebas médicas todas las semanas.

En el contexto actual, los especialistas de la aseguradora Aegon no recomiendan asistir a centros médicos si no es estrictamente necesario. 

“Los centros de salud y hospitales están volcados en los pacientes más graves”, comenta Belén González, directora del área de salud de esta empresa de seguros. 

“Para una persona hipocondríaca, visitar un lugar que puede contar con la presencia de contagiados podría ser un detonador de un cuadro hipocondríaco más severo”, afirma.

Sin embargo, el doctor Cano Vindel aclara que las personas con este trastorno pueden verse muy afectadas por la actual situación o, en cambio, puede que no lo estén, puesto que lo que desencadena su ansiedad son sus propios pensamientos.

El psicólogo indica que son pensamientos exagerados y desajustados pero la persona obsesiva cree que podrían hacerse realidad. Esto le genera ansiedad y lleva a cabo comprobaciones para calmar esa ansiedad. 

“Pero no sirve, pues lo que serviría sería desmontar ese pensamiento, quitarle importancia y quitarse tiempo para pensar”, asegura.

AHORA TENEMOS MÁS ANSIEDAD, PERO HAY QUE ADMINISTRARLA

Ante la actual pandemia, afirma que todos tenemos más ansiedad de lo normal puesto que todos podemos infectarnos y la infección puede ser asintomática, moderada o mortal. 

“Pero si no paramos de darle vueltas a pensamientos relacionados con un resultado negativo no deseado, la ansiedad se va a incrementar”, subraya. 

Asimismo, destaca que debemos considerar que no tenemos más riesgo de contagio que cualquier otra persona. 

“Podemos pensar cosas que van más allá de la realidad y quien nos puede sacar de estas distorsiones son los especialistas”, expone. 

Por ejemplo, si alguien se pregunta cuánto tiempo dura el virus en superficies como la madera, el plástico o los metales y cuánto tiene que limpiar, “lo mejor es escuchar las recomendaciones de los especialistas, en lugar de resolverlo todo limpiando de forma compulsiva o buscando constantemente información en internet”.

En cuanto a las búsquedas en la red, la Organización de Consumidores y Usuarios aconseja limitar el volumen de información que buscamos y compartimos sobre el coronavirus. 

Además, subraya que cuando queramos informarnos sobre la enfermedad debemos acudir siempre a fuentes oficiales, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud. 
Por otro lado, el doctor Cano Vindel hace hincapié en la importancia de no ponerse en lo peor. 

En este sentido, afirma que, incluso en el caso de haber entrado en contacto con el coronavirus, “no necesariamente vamos a desarrollar una enfermedad grave. De hecho, hay personas que se han contagiado y ni siquiera presentan síntomas”.

El psicólogo manifiesta que hay que seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y tomar todo tipo de medidas preventivas.

“No podemos ningunear la información y las alarmas, pero tampoco podemos estar constantemente alarmados. Tenemos que estar distraídos haciendo otras actividades en lugar de estar todo el día pensando que nos vamos a infectar y nos vamos a morir”, concluye.

Deja un comentario