Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band cumple 50 años

En 1966, John, Paul, George y Ringo habían cambiado. Atrás quedaban los grandes conciertos, las giras y apariciones en televisión ante millones de personas y, en definitiva, ser considerados un producto mercantil para adolescentes de usar y tirar.

Revolver, el anterior álbum a Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band –que el próximo 1 de junio cumple 50 años–, ya avanzaba que los Beatles eran mucho más que lo que se había pensado de ellos hasta el momento. Por eso, en ese año decidieron no dar más conciertos y hacer caminos separados durante un tiempo para coger perspectiva ante el nuevo trabajo.

Mientras Lennon grababa en Almería la película Cómo gané la guerra y comenzaba a componer uno de los clásicos del grupo, Strawberry Fields Forever, George Harrison aprendió a tocar el sitar, instrumento tradicional hindú, de la mano del maestro Ravi Shankar en la India.

McCartney tuvo la idea que daría forma a este disco: ya que estaban cansados de lo que la gente pensaba de los Beatles, compondrían el nuevo álbum en torno a una banda ficticia, la del Sgt. Pepper (Sargento Pimienta). El nombre resultó de una broma entre el parecido fonético de esas palabras con salt and pepper (sal y pimienta).

Su Sgt. Pepper’s… se convirtió en uno de los primeros álbumes conceptuales de la historia, en el que las canciones siguen una a la otra sin detenerse, creando un universo paralelo que comienza desde que vemos la portada y termina con el último acorde de A Day in the Life, la canción final del disco, en la que el sonido va apagándose poco a poco para crear esa sensación de vuelta al mundo real.

Como con cualquier cosa que hicieron los Beatles en sus últimos años como banda, han corrido ríos de tinta explicando la relación del grupo con drogas como el LSD –acrónimo de Lucy in the Sky with Diamonds, según algunos malpensados…–, o detallando cómo la relación entre los miembros de la banda comenzaba a ser frágil (proyectos en solitario, tensiones personales…).

Pero lo puramente objetivo es que nos encontramos con uno de los trabajos más elaborados de los de Liverpool, influenciado por el Pet Sounds de los Beach Boys –que cumplió 50 años en 2016– y que incluye una infinidad de instrumentos y técnicas de producción que acabaron poniendo patas arriba el estudio de Abbey Road.

 

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