Qué le pasa al cuerpo si no bebemos suficiente agua
El cuerpo humano necesita diariamente entre 2 y 3 litros de agua, aproximadamente, dependiendo siempre de la cantidad de agua que elimine cada uno. Esa cantidad la podemos obtener directamente bebiendo agua o con la ingestión de alimentos ricos en ella como las frutas y verduras.
De hecho, el noventa por ciento de la leche, las frutas o las verduras es, simplemente, agua. En un clima templado se puede perder al día aproximadamente 2,5 litros de agua (a través de la piel, de heces y orina, etc.).
En verano la transpiración es mayor. Es importante beber agua, aunque no se tenga sensación de sed, para ayudar al organismo a funcionar correctamente. Entre las complicaciones para la salud que puede generar no tomar lo suficiente se encuentran los problemas cardiovasculares.
Ingerir menos cantidad puede desembocar en una mala función renal y esta provoca la aparición de arritmias. El organismo mandará señales en forma de mareos, dolor de cabeza, aletargamiento, sensación de boca seca, calambres musculares, sudor frío o incluso visión borrosa y pérdida de conocimiento en situaciones extremas.
Una mala hidratación también tiene consecuencias para la mente, ya que el agua también regula la temperatura corporal y alimenta el cerebro y la médula espinal. Así, la deshidratación afecta a la respuesta del cerebro a una actividad intelectual, como pueden ser el aprendizaje, la atención o la memoria. Puede causar una contracción del tejido cerebral y, como consecuencia, el aumento del volumen ventricular.
Determinar la cantidad exacta que cada uno necesita tomar diariamente depende de factores muy diversos como los años, el peso, las condiciones climatológicas a la que se está expuesto o el nivel de actividad física. No obstante, para cubrir las necesidades hídricas diarias necesitamos tomar al menos diez vasos de líquidos diversos (agua, jugos, infusiones, caldos…).
En adultos mayores, la disminución del estímulo de la sed también puede provocar la pérdida de control de líquidos y el estreñimiento. En algunos casos, la orina puede volverse más oscura y pueden perder peso súbitamente y sin explicación aparente.
Las personas con diabetes presentan un mayor riesgo de padecer deshidratación cuando sus niveles de glucosa en sangre se elevan, haciendo que los riñones traten de eliminarla mediante la orina, aumentando las visitas al baño y, en consecuencia, la deshidratación.