Por qué no recordamos nuestros primeros años de vida, según la ciencia
Las personas no pueden recordar los acontecimientos de los primeros años de su vida, un fenómeno que los investigadores han denominado “amnesia infantil”. Pero, ¿por qué no podemos recordar las cosas que nos ocurrieron cuando éramos niños? ¿La memoria sólo empieza a funcionar a cierta edad? Esto es lo que saben los investigadores sobre los bebés y la memoria.
“Siempre que enseño sobre la memoria en mi clase de desarrollo infantil en la Universidad de Rutgers, empiezo pidiendo a mis alumnos que relaten sus primeros recuerdos. Algunos estudiantes hablan de su primer día de preescolar; otros hablan de un momento en el que se hicieron daño o se enojaron; algunos citan el día en que nació su hermano pequeño. A pesar de las grandes diferencias en los detalles, estos recuerdos tienen un par de cosas en común: todos son autobiográficos, o recuerdos de experiencias significativas en la vida de una persona, y normalmente no ocurrieron antes de los 2 o 3 años”, dijo en diálogo con The Washington Post, Vanessa LoBue, profesora de psicología especializada en el desarrollo de bebés y niños, y directora del Child Study Center.
Muchos científicos atribuyen la amnesia infantil a la falta de desarrollo del hipocampo, una zona del cerebro crucial para codificar la memoria. Sin embargo, un estudio de imágenes cerebrales que llevó a cabo la Universidad de Yale reveló que los bebés de tan sólo tres meses ya utilizan el hipocampo para reconocer y aprender patrones, según publicaron el pasado año los investigadores en la revista Current Biology.
Los bebés pueden formar recuerdos
“Mientras que las personas no pueden recordar mucho antes de los 2 o 3 años, las investigaciones sugieren que los bebés pueden formar recuerdos, solo que no el tipo de recuerdos que se cuentan sobre uno mismo. En los primeros días de vida, los bebés pueden recordar la cara de su propia madre y distinguirla de la de un extraño. Unos meses más tarde, pueden demostrar que recuerdan muchas caras conocidas sonriendo más a las que ven con más frecuencia”, advirtió LoBue.
Para la experta, además de los recuerdos autobiográficos hay muchos otros. “Hay recuerdos semánticos, o recuerdos de hechos, como los nombres de las diferentes variedades de manzanas o la capital de su estado natal. También están los recuerdos procedimentales, es decir, los recuerdos sobre cómo realizar una acción, como abrir la puerta de casa o conducir un coche”, sostuvo.
Las investigaciones realizadas por el laboratorio de la psicóloga Carolyn Rovee-Collier en los años 80 y 90 demostraron que los bebés pueden formar algunos de estos otros tipos de recuerdos desde una edad temprana. Por supuesto, no pueden decir exactamente lo que recuerdan. Por eso, la clave de la investigación de Rovee-Collier fue idear una tarea que fuera sensible a los rápidos cambios corporales de los bebés y a su capacidad para evaluar sus recuerdos durante un largo periodo.
En la versión para bebés de 2 a 6 meses, los investigadores colocan a un bebé en una cuna con un móvil colgado por encima. Miden las patadas del bebé para hacerse una idea de su propensión natural a mover las piernas. A continuación, atan una cuerda de la pierna del bebé al extremo del móvil, de modo que cada vez que el bebé patea, el móvil se mueve. Como se puede imaginar, los bebés aprenden rápidamente que tienen el control: les gusta ver cómo se mueve el móvil y, por tanto, dan más patadas que antes de que la cuerda estuviera atada a su pierna, lo que demuestra que han aprendido que las patadas hacen que el móvil se mueva.
La versión para niños de 6 a 18 meses es similar. Pero en lugar de estar tumbado en la cuna -lo que este grupo de edad se niega a hacer durante mucho tiempo-, el bebé se sienta en el regazo de sus padres con las manos en una palanca que acabará haciendo que el tren se mueva por una vía. Al principio, la palanca no funciona, y los experimentadores miden cuánto presiona el bebé de forma natural. A continuación, encienden la palanca y, cada vez que el bebé la presiona, el tren se mueve por la vía. Los bebés vuelven a aprender el juego rápidamente y presionan la palanca mucho más cuando hace que el tren se mueva.
¿Qué tiene esto que ver con la memoria? Lo más inteligente de esta investigación es que, tras entrenar a los bebés en una de estas tareas durante un par de días, Rovee-Collier comprobó posteriormente que sí la recordaban. Cuando los pequeños volvían al laboratorio, los investigadores les mostraban el móvil o el tren y medían si seguían dando patadas o pulsando la palanca.
Con este método, Rovee-Collier y sus colegas descubrieron que cuando tienen 6 meses, si los bebés son entrenados durante un minuto, pueden recordar un evento un día después. Cuanto más mayores eran los bebés, más tiempo recordaban. También descubrió que entrenar a los lactantes durante períodos más largos y darles recordatorios -por ejemplo, mostrarles el móvil moviéndose muy brevemente por sí mismo- les ayuda a recordar los acontecimientos durante más tiempo.
¿Por qué no los recuerdos autobiográficos?
Si los bebés pueden formar recuerdos en sus primeros meses, ¿por qué las personas no recuerdan cosas de esa primera etapa de la vida? “Todavía no está claro si las personas experimentan amnesia infantil porque no podemos formar recuerdos autobiográficos o simplemente porque no tenemos forma de recuperarlos. Nadie sabe con certeza lo que ocurre, pero los científicos tienen algunas conjeturas”, remarcó LoBue.
Una de ellas es que los recuerdos autobiográficos exigen tener un cierto sentido del yo. “Tienes que ser capaz de pensar en tu comportamiento con respecto a cómo se relaciona con los demás. Los investigadores han puesto a prueba esta capacidad en el pasado utilizando una tarea de reconocimiento de espejos llamada prueba del colorete. Consiste en marcar la nariz de un bebé con una mancha de carmín o colorete rojo, o ‘rouge’, como se decía en los años 70 cuando se creó la tarea”, subrayó la especialista.
“A continuación, los investigadores colocan al bebé frente a un espejo. Los bebés menores de 18 meses se limitan a sonreír al lindo bebé del reflejo, sin mostrar ninguna señal de que se reconocen a sí mismos o a la marca roja de su cara. Entre los 18 y los 24 meses, los niños pequeños se tocan la nariz, incluso con cara de vergüenza, lo que sugiere que relacionan el punto rojo del espejo con su propia cara: tienen cierto sentido del yo”, ahondó la experta.
Otra posible explicación de la amnesia infantil es que, dado que los bebés no tienen lenguaje hasta el segundo año de vida, no pueden formar relatos sobre su propia vida que puedan recordar posteriormente. Por último, el hipocampo, que es la región del cerebro responsable en gran medida de la memoria, no está completamente desarrollado en el periodo infantil. “Los científicos seguirán investigando cómo puede contribuir cada uno de estos factores a que no puedan recordar mucho, o nada, de su vida antes de los 2 años”, finalizó.