¿Por qué no hay cine clásico en Netflix?
¿Qué tienen en común Casablanca, Ciudadano Kane, Lo que el viento se llevó, Cantando bajo la lluvia, Vértigo y Rashomon, además de ser clásicos indiscutibles de la historia del cine? La respuesta es que ninguno de esos títulos está disponible en Netflix o en el servicio para suscriptores de Amazon Prime Video, las dos plataformas mayoritarias de VOD —video on demand, la oferta legal de películas y series en streaming—, ni en sus versiones españolas ni en las estadounidenses.
El catálogo de Netflix en España solo incluye 18 películas anteriores a 1960. En la versión estadounidense, el recuento sube a 20. Por su parte, Amazon propone 13 películas previas a ese año a sus suscriptores en España. En Estados Unidos, donde su catálogo incluye más de un millar de títulos clásicos, esas seis películas se pueden comprar o alquilar por unidades, pero no están incluidas en la tarifa plana para suscriptores de Prime Video. En comparación, en el Netflix español hay casi 600 películas producidas entre 2017 y 2018.
El cierre hace una semana de FilmStruck, plataforma repleta de clásicos y cine independiente que había llegado a España hace tan solo unos meses, fragiliza todavía más ese catálogo. La exigua oferta de títulos icónicos se suele atribuir al elevado coste de los derechos de difusión de las películas clásicas producidas por los grandes estudios. Pero, en el caso de los gigantes del video bajo demanda, con presupuestos descomunales para la adquisición de contenido, la explicación resulta insuficiente. “Entiendo que, con la capacidad económica que tienen, si no cuentan con más cine clásico es porque no quieren”, señala Jaume Ripoll, cofundador y director editorial de Filmin. “En España la situación es distinta, gracias a alternativas como Movistar+, Flixolé o Filmin, con un catálogo de clásicos muy extenso”. Si se quieren ver las películas de Fellini, Truffaut o Dreyer hay que recurrir a ellas: ni Netflix ni Amazon ofertan sus filmografías. Pese a todo, Ripoll no teme que ese catálogo desaparezca algún día. “Aunque sí hay el riesgo de que las plataformas hegemónicas sean todavía más dominantes en el futuro y que lo que no figure en ellas deje de existir”, advierte. Esa posibilidad ya no es una lejana hipótesis de futuro. Ben-Hur no está disponible en Netflix, aunque es posible alquilarla en Apple Store, Google Play y el portal de VOD de Atresmedia. Pero, cuando un usuario ya abona una tarifa plana que le permite ver cientos de películas, ¿está dispuesto a pagar unos euros más por un título histórico al que no tiene acceso?
“Las plataformas que se rigen por algoritmos han escogido el modelo de la rentabilidad pura. Y es innegable que el cine clásico genera menos ingresos que otros tipos de películas”, apunta Jean-Baptiste Viaud, delegado general de LaCinetek, portal francés especializado en títulos no recientes. Esa plataforma fue ideada en 2015 por tres directores, Laurent Cantet, Cédric Klapisch y Pascale Ferran, preocupados por la exigua oferta de clásicos en VOD. “Querían que estuvieran disponibles para el mayor número posible de espectadores. Y, en especial, para los jóvenes. Hasta finales de los noventa, la cinefilia se adquiría viendo películas en televisión, pero los canales mayoritarios ya han abandonado ese trabajo”, dice Viaud. LaCinetek quiere retomar esa misión proponiendo “una filmoteca ideal” confeccionada a partir de listas de las 50 películas favoritas de grandes directores de nuestro tiempo, como Nanni Moretti, Olivier Assayas, James Gray, Todd Haynes, Aki Kaurismäki o Agnès Varda. En febrero, LaCinetek lanzará una versión alemana, en colaboración con la Deutsche Kinemathek, y no renuncia a expandirse a otros países europeos. “Cada plataforma de nicho funciona sola y por su cuenta. Sería interesante que nos agrupásemos”, sugiere Viaud.
Los profesores se preocupan por los efectos que esta escasez de películas clásicas empieza a tener en sus alumnos. El historiador del cine Jan Olsson, docente de la Universidad de Estocolmo, lleva tiempo alertando sobre sus nefastas consecuencias. “El cálculo de Netflix es que resulta difícil competir con la oferta ilegal. Pero, dada su posición, uno puede pensar que tienen la responsabilidad de ofrecer una selección más amplia que solo títulos contemporáneos”, opina. Olsson compara ese posible apagón con el de las copias de nitrato de comienzos del siglo XX. “Son películas que no han desaparecido, pero que son de difícil acceso porque han terminado en las sombras”, afirma. Sin caer en el catastrofismo, la diferencia a la hora de acceder a unos y a otros títulos resulta abismal. “Si se quieren ver todas las películas de John Ford, se puede, pero lleva un esfuerzo dar con ellas”, señala Olsson. No es un trajín agotador, pero sí cuesta más tiempo y dinero que encontrarse con una lista de títulos reunidos en una sola categoría –“Popular en Netflix”, “Tendencias ahora”– accesible en un solo clic.
El repentino adiós a FilmStruck complica la trayectoria del cine clásico en la Red. El portal, fundado en 2016 en Estados Unidos, también operaba desde hace unos meses en Reino Unido, Francia y España. El pasado viernes dejó de funcionar en todos esos países, pese a la indignación expresada por nombres como Steven Spielberg, Martin Scorsese, Paul Thomas Anderson, Christopher Nolan o Guillermo del Toro, que firmaron una petición para que Warner, propietaria del portal junto con Turner, diera marcha atrás. “Hay una ausencia perceptible de cine clásico en el espacio del SVOD [el video a la carta con suscripción]. Lo intentamos resolver con FilmStruck, pero ese negocio no encajaba en los planes generales de la compañía”, reconoce el vicepresidente de Turner Classic Movies, Charles Tabesh, hasta ahora responsable del extinto portal. Ese cierre precipitado se explica por la reciente compra de Warner por parte del gigante de las telecomunicaciones AT&T. El nuevo dueño tiene la intención de crear un nuevo gigante del streaming que sea capaz de competir con Netflix, Amazon y la nueva plataforma que Disney ultima para 2019. Desde esa óptica, mantener vivo un portal de nicho que reivindicaba los clásicos del séptimo arte no entraba en sus planes. “Pese a todo, confío en que llegará alguien para llenar ese hueco”, agrega Tabesh. Hasta que eso suceda, los 7.000 títulos del fondo histórico de Warner quedan huérfanos en el mundo digital.