¿Por qué Leonardo DiCaprio deja a sus novias antes de que cumplan 25 años?
Más allá de los argumentos obvios y simplistas, según los expertos puede existir una explicación psicológica clara tras los motivos que llevan al actor, o a otros y otras como él, a establecer relaciones con una fecha de caducidad preestablecida.
Amber Valletta, Eva Herzigova, Gisele Bündchen, Bar Refaeli, Blake Lively, Aferdita Dreshaj, Camila Morrone… Hasta el momento, ya nos habíamos percatado de que a Leonardo DiCaprio le gustan las mujeres altas, esculturales, con pelazo y, a ser posible, rubias (muy rubias) y con ojos claros ( a ser posible, verdes). Desde el bombazo de ‘Titanic’, el actor dejó de pasearse por las alfombras rojas cogido de la mano de su madre, Irmelin DiCaprio, para hacerlo de un ejército de novias clónicas (de una en una claro está) de belleza paralizante y bastante jóvenes.
Al principio, la verdad, el dato de la edad no llamaba demasiado la atención porque DiCaprio, además de tener cara de niño, prácticamente lo era. Con el transcurso de las décadas, sin embargo, la tozuda predilección del intérprete, que el próximo 11 de noviembre cumplirá 48 años, por las veinteañeras empezó a resultar ‘llamativa’ (que no extraña).
Lo inquietante del asunto no es que a Leo le gusten más jóvenes, sino el maleficio que parece recaer sobre todas sus relaciones desde el mismo momento en el que comienzan. «Antes de que la novia cumpla 25 años, la pareja se romperá«. Una profecía que acaba de experimentar en sus carnes la modelo Camila Morrone, la que fue su novia hasta que, el pasado mes de junio, acarició ese cuarto de siglo que tanto pavor le da al actor.
¿Qué le pasa a Leo y a otros y otras que, como él, se pasan la vida encadenando relaciones con fecha de caducidad preestablecida? ¿Actúan así por puro miedo al compromiso? «En parte sí, puede ser para evitar el compromiso. Digamos que, a veces y de forma inconsciente, la distancia generacional hace que, al principio, la pareja pueda funcionar, pero después, a la hora de proyectarse en el tiempo, al estar en distintas etapas evolutivas de la vida, la relación se empieza a complicar un poco más. O, a veces, elegimos conscientemente el hecho de relacionarme con gente que pueda llegar a ser «inofensiva» a la hora de proyectarnos en el tiempo, sabiendo que la relación difícilmente pueda progresar más allá de un plazo determinado, por ejemplo», explica Sebastián Girona, psicólogo especializado en vínculos de pareja.
Pero, ¿esto pasa también en la vida real o solo en Hollywood? «Creo que sí, que mucha gente puede hacer esto, pero intuyo que, además, hay una motivación diferente o complementaria. Al pavor al compromiso se le puede unir otro argumento no menos importante: la lucha contra el paso del tiempo. De alguna manera, si me relaciono con gente más joven que yo, me obligo a tratar de estar bien físicamente. Eso me puede mantener joven o brindarme la fantasía de que me mantengo joven. También de que, en esa lucha contra el paso del tiempo, voy ganando o, por lo menos voy llevando la contienda de la mejor manera posible», asegura Girona.
El tema se las trae porque lo que está en juego es algo tan delicado como los sentimientos. Sabiendo que, inevitablemente, irá dejando ‘cadáveres’ en su camino, ¿realmente hay gente que, racional o irracionalmente, se empareja con personas con las que sabe que no va a ninguna parte? ¿Por qué? «Digamos que hay personas ‘inofensivas’ frente a otras que podrían ser más ‘peligrosas’ (entre comillas todo esto). Si yo lo que quiero evitar es construir una relación, alguien que tiene muchos menos años que yo puede llegar a resultar ‘inofensivo’ o poco ‘peligroso’ en ese sentido, ya que está en otra etapa de la vida. Quizás no es lo que está buscando; quizás le pasan cosas diferentes a lo que me pasa a mí… Si yo me emparejo con una persona que, más o menos tiene los mismos intereses que yo y que tiene ganas de construir algo, me va a pedir cosas diferentes, me voy a exigir de otra manera y, por ende va, a terminar siendo más ‘peligrosa’ desde ese punto de vista».
Hasta aquí, todo claro. Pero la pregunta es: ¿podemos elegir de quién nos enamoramos de forma tan calculadora? «Yo creo que no elegimos de quien nos enamoramos. Considero que, a veces, es más pulsional o más instintivo quién nos llama la atención y quién no. Ahora bien, igual que digo esto, digo lo otro: también puedo tener el proyecto de enamorarme de personas que no me van a traer complicaciones. Quizás lo que me guiaría en ese sentido no es de quién me enamoro, sino el hecho de que me enamoro de este grupo de personas que, de alguna manera, me resulten más ‘inofensivo’, y que, además, por si fuera poco, me ayuda a luchar contra el paso del tiempo que por supuesto, es una guerra que todos, con mayor o menor intensidad, libraremos», concluye este psicólogo.
Miedo al compromiso, extraño elixir de juventud… Sean cuales sean sus razones, DiCaprio parece tenerlo claro y más les vale a sus futuras novias que también sea así.
FUENTE: ABC de España