La maldición del smartphone
El smartphone parece ser uno de los inventos más prácticos y que más han cambiado, para mejor, la vida cotidiana de millones de personas. ¿Pero es realmente tan positivo?
Cuando uno está esperando un llamado importante, mira todo el tiempo la pantalla para ver si ingresó la llamada que tanto se espera o, si no entró, para chequear si hay buena conexión o si tal vez en lugar del llamado recibió un mensaje. En definitiva, no deja de pensar ni un momento en ese tema que lo tiene en vilo, sea por una pareja, un trabajo nuevo o una novedad familiar, y la ansiedad incluso parece aumentar.
Antes, uno solía salir de casa sin teléfono. Pensaba «cuando vuelva escucho el contestador automático», y se olvidaba del asunto al menos por unas horas. Ahora, con la existencia del smartphone ese respiro no existe.
Tampoco existe si el jefe puede llamar en cualquier momento o si llegan permanentemente mensajes del trabajo vía whatsapp. ¿Por qué hay que estar todo el tiempo conectado, incluso después del día laboral?
Dicen los especialistas que ese conjunto de factores puede producir trastornos del sueño, sobre todo si el inconveniente se prolonga durante varias semanas. No es algo que suceda de un día al otro, sino un proceso que se va colando de a poco en la vida cotidiana.
Pasar un fin de semana y sentir que uno no olvidó de estos temas, que estuvo constantemente cargando con esa preocupación, y llegar al lunes igual de agotado o «conectado» que el viernes a la tarde, es una muy mala señal. Si llegó a este punto, más vale pensar alternativas.