John Lennon hoy cumpliría 80 años
El hombre que le cantó a la paz desde la cama de un hotel frente a decenas de cámaras; el que escribió Imagine, el himno pacifista más famoso, llegó al mundo en plena guerra. Los bombardeos alemanes sobre Inglaterra estaban a la orden del día cuando John Lennon nació, el 9 de octubre de 1940, en la ciudad portuaria de Liverpool.
Fue hijo de Julia Stanley y Alfred Lennon, un marino mercante que, por su rol como soldado en la Marina de guerra, no estuvo presente durante el nacimiento de John. Y fue un padre ausente durante casi toda su vida.
Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por ausencias y carencias en esa casa de la calle Newcastle número 9, en Liverpool. Recién conoció personalmente a su papá a los cinco años, cuando don Alfred apareció queriendo llevárselo a Nueva Zelanda. Su madre, que por entonces estaba embarazada de su nueva pareja, lo impidió.
Con escasos recursos y dos hijos más con su nuevo marido, que no quería saber nada con un hijo de otro hombre, Julia le encargó a su hermana Mimí que se ocupara de John, y fue su tía quien finalmente lo crió.
Ese distanciamiento, el músico lo sufriría para siempre, a pesar de que su madre lo visitaba frecuentemente. Y fue ella la primera en incentivarlo con la música: le regaló una guitarra, le hizo conocer a Elvis Presley y hasta le enseñó a tocar el banjo.
Por su parte, la tía Mimi estaba casada con George Smith, no tenía hijos y le dedicaba toda su atención a John. A pesar de ser bastante conservadora lo motivaba con la lectura y los crucigramas. Si bien Mimí no confiaba en que John se pudiera ganar la vida como músico, su tío George le tenía fe y le regaló una armónica.
En el barrio donde creció, John se hizo amigo de quienes serían los integrantes de su primera banda musical, los Quarry Men. Por entonces, Elvis, Little Richard, Chuck Berry, Ray Charles y Buddy Holly eran la banda de sonido de la infancia y adolescencia.
En la escuela, John no era muy disciplinado y uno de sus juegos favoritos era pasar horas en el jardín de un orfanato del Ejército de Salvación, a pocos metros de su casa, llamado Strawberry Field.
Otro lugar que frecuentaba era la calle Penny Lane, cerca de la iglesia donde su amigo Paul McCartney cantaba de niño.
Cuando todo parecía encauzarse hacia una relación más fluida con su mamá, con muchas heridas curadas, a Julia la atropelló un auto manejado por un policía en estado de ebriedad, y murió.
Con 17 años, John encontró en la música su refugio más seguro, algo que compartía con Paul, quien también había perdido a su mamá y amaba la música con la misma intensidad.
Durante aquella adolescencia, John disfrutaba mucho de ir al cine con sus amigos y sus primos, con los que formaba una pequeña pandilla. Además de la música, le encantaba dibujar y pasó un tiempo estudiando en la Escuela de Bellas Artes.
Por entonces, también comenzó un noviazgo con una de sus compañeras de clase, Cynthia Powell. A la par creaba el grupo The Quarrymen, surgido en la Quarry Bank High School, al que se unió Paul.
Ni a la tía Mimí ni al padre de Paul, les gustaban las amistades de los chicos, a las que consideraban problemáticas. Con 18 años, John ya componía sus propias canciones y al poco tiempo, se unió al grupo un amigo de Paul, George Harrison.
Como el recién llegado apenas tenía 14 años, John le tomó una prueba musical para aceptarlo en el grupo. Luego se sumó Stuart Sutcliffe, amigo de Lennon en la escuela de arte. Con todos esos enroques y con los miembros originales de Quarrymen afuera de la banda, pasaron a ser The Beatles.
El nombre se le ocurrió a John, quien era fanático de los juegos de palabras y mezcló el término musical beat, en auge en ese momento, y la palabra beetle (escarabajo). Luego, sumaron al baterista Pete Best para poder irse de gira por Hamburgo, donde los habían contratado para varios shows en locales de la zona del barrio chino. Les fue tan bien en Alemania que los volvieron a llamar los dos años siguientes.
De regreso a Liverpool como hijos pródigos, se hicieron frecuentes las presentaciones en The Cavern Club, ese sótano donde los descubrió un joven Brian Epstein, dueño de una disquería. Sin experiencia pero con mucha voluntad, Epstein se postuló como representante del grupo, y la primera diferencia con el flamante manager la marcó John, quien no quería usar corbatas en los shows.
Mientras Sutcliffe había decidido quedarse en Hamburgo, la banda comenzaba a transitar un camino sin regreso. Ya sin Best en el grupo, su lugar fue ocupado por Ringo Starr. Lo que siguió es historia conocida: la fiebre, el furor… La Beatlemanía.
«Todos nosotros admirábamos a John. Era mayor, era el más ingenioso e inteligente», declaró alguna vez McCartney. Y en línea con su condición de ser el mayor, en medio de esa fama impresionante y durante una gira, el 8 de abril de 1963 nació Julian, su primer hijo, bautizado así en honor a la madre del músico.
La relación con Cinthia, el embarazo y el nacimiento se mantuvieron en secreto para no perder popularidad entre las fans. John aún no tenía 25 años y ya estaba casado, tenía un bebé y era famoso.
La Beatlemania trascendió fronteras y cruzó del otro lado del Atlántico. El debut en el mítico programa de televisión estadounidense The Ed Sullivan Show, en 1964, terminó de sellar la locura que desataba el cuarteto. Siguieron decenas de giras internacionales, películas y un hit tras otro.
En su propio país, el éxito del grupo adquirió tal dimensión que pasó a ser cuestión de Estado, a tal punto que en 1965 los muchachos fueron nombrados miembros de la Orden del Imperio Británico. Cinco años más tarde, en noviembre de 1970, Lennon le devolvió a la reina su título nobiliario.
En la carta con la que acompañó la medalla, el músico le comunicaba a la cortesana que la decisión era su manera de protestar contra el apoyo que el Reino Unido había brindado a los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam.
Para Lennon, la causa en contra de la Guerra de Vietnam fue una lucha que asumió como un compromiso irrenunciable. No fue el único que tomó como una cuestión personal. Consciente del peso de su voz, la alzó también en nombre de otros reclamos y reivindicaciones que involucraban a la política, la religión y otros temas humanitarios.
«Fuimos el primer grupo de músicos de la clase trabajadora que nunca quisieron dejar de ser de la clase trabajadora», explicó alguna vez, Lennon recordando sus orígenes de clase media baja.
Para cuando los ’70 se ponían en marcha, con la separación de la banda más famosa de todos los tiempos como una de las grandes noticias del primer semestre del año, John llevaba poco más de un año casado con Yoko Ono, una excéntrica artista japonesa que entró en su vida el 9 de noviembre de 1966.
Enfrentado a las críticas y las resistencias, Lennon siguió adelante con su nueva vida: solista, esposo y padre de Sean, su segundo hijo, que nació el mismo día que él, pero 35 años después.
Para darle un giro total a su vida, el músico decidió instalarse en Nueva York, donde vivió casi recluido, por un largo tiempo, en su departamento del edificio Dakota, frente al Central Park, dedicado a criar a su niño más pequeño.
«Hay gente irritada conmigo porque no hago música. Si yo hubiera muerto en 1975, sólo hablarían de lo fantástico que era y cosas así. Lo que les enfurece es que yo seguí viviendo y decidí que lo más importante era hacer exactamente lo que tenía ganas», dijo en una entrevista en 1980, pocos meses antes de su trágica muerte.
«En estos cinco años de silencio he aprendido a librarme de mi intelecto, de la imagen de mí mismo que yo tengo. Las canciones que hago surgen de forma natural, espontánea, sin pensar conscientemente en ellas. En cierta forma, es como volver al comienzo. Tengo la sensación de que estoy ante mi primer disco», declaraba entonces.
La nueva década lo encontraba listo para comenzar un capítulo completamente distinto en su vida. Estaba grabando su nuevo álbum, Double Fantasy. Y planeaba volver a hacer giras, luego de catorce años sin cantar en vivo.
También había empezado a grabar el que sería su álbum póstumo, Milk and Honey, editado en 1984, y hasta pensaba en alguna reunión con los otros Beatles, ya limadas todas las asperezas con sus ex compañeros de ruta.
Pero todo se truncó la noche del 8 de diciembre de 1980, cuando John y Yoko volvían del estudio de grabación hacia el Dakota y en la puerta los sorprendió el asesino Mark David Chapman. Eran las diez y media y hacía mucho frío. Hubo cinco disparos a quemarropa que dieron de lleno en la espalda y el hombro del músico. Quince minutos después, John Lennon estaba muerto.
El altar improvisado en el parque frente al edificio donde murió, se convirtió en el símbolo de una época que acababa de terminar. Y el músico se transformó en leyenda. El estupor fue mundial. El escritor Norman Mailer afirmó, conmovido como millones de fans: «Hemos perdido a un genio del espíritu».
Un genio que hoy cumpliría 8o años. exactamente el doble de lo que llegó a vivir.