Esto es lo que pasaría si estallase una guerra nuclear entre Occidente y Rusia
La conclusión de este planteamiento es dramática a todas luces: más de 5 000 millones de personas morirían de hambre si estallase una guerra nuclear a gran escala entre EE. UU. y Rusia, según un estudio global dirigido por científicos climáticos de Rutgers y que ha recogido la revista Nature Food. Un conflicto nuclear regional más pequeño, a menor escala, también podría provocar la hambruna de miles de millones de personas.
«Los datos nos dicen una cosa: debemos evitar que ocurra una guerra nuclear», explicó Alan Robock, profesor distinguido de ciencias del clima en el Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Rutgers y coautor del estudio.
Este estudio demuestra el alcance de una posible guerra nuclear a medida que aumentan las tensiones entre varios estados con armas nucleares en medio del conflicto en curso en Ucrania, en la invasión iniciada por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, el pasado mes de febrero de 2022. Los expertos basaron sus cálculos en el tamaño del arsenal nuclear de cada país. Hasta nueve países tienen un total de 13 000 armas nucleares pero, sobre todo, Estados Unidos y Rusia tienen grandes suministros de armas nucleares.
Los investigadores trabajaron para calcular cuánto hollín que bloquea el sol entraría en la atmósfera a partir de las tormentas de fuego que se encenderían por la detonación de armas nucleares. Los investigadores calcularon la dispersión del hollín a partir de seis escenarios de guerra, cinco guerras más pequeñas entre India y Pakistán y una gran guerra entre Estados Unidos y Rusia, en función del tamaño del arsenal nuclear de cada país. Luego, introdujeron estos datos en el Modelo del Sistema Terrestre Comunitario, una herramienta de pronóstico del clima respaldada por el Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) para estimar la productividad de los principales cultivos (maíz, arroz, trigo de primavera y soja) país por país.
Consecuencias desastrosas
En el escenario de guerra más grande probado, un conflicto nuclear a gran escala entre Estados Unidos y Rusia, la producción calórica promedio mundial disminuyó en aproximadamente un 90 por ciento tres o cuatro años después de la lucha.
Los escenarios considerados por los investigadores se centraron explícitamente en la alimentación y el impacto del hollín en la atmósfera. Por ejemplo, el calentamiento de la atmósfera a causa de las detonaciones nucleares podría destruir la capa de ozono y permitir que llegue más radiación ultravioleta a la superficie del planeta. Muchas zonas se verían afectadas por la contaminación radiactiva y muchas herramientas clave para la producción de alimentos podrían desaparecer. Esto impactaría en la posibilidad de acceder a los alimentos y muchos, muchos millones de personas morirían de hambre.
Los expertos dijeron que la disminución de las cosechas sería más severa en las naciones de latitudes medias altas, incluidos los principales exportadores como Rusia y los EE. UU.
«Si existen armas nucleares, pueden usarse, y el mundo ha estado cerca de la guerra nuclear varias veces. Prohibir las armas nucleares es la única solución a largo plazo. El Tratado de la ONU sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, de cinco años de antigüedad, ha sido ratificado por 66 naciones, pero ninguno de los nueve estados nucleares. Nuestro trabajo deja en claro que es hora de que esos nueve estados escuchen a la ciencia y al resto del mundo y firmen este tratado», aclara Robock.
En el caso de darse una guerra nuclear de estas características, en el primer mes después de la detonación, las temperaturas globales promedio descenderían unos 10 ºC más que durante la Edad de Hielo más reciente (que terminó hace 11 700 años, cuando la temperatura global de la Tierra disminuyó, se expandieron los casquetes polares y los glaciares, y los ecosistemas se transformaron).