¿Conviene leer más rápido?
Pasamos muchísimo tiempo del día leyendo: recibimos mensajes, buscamos información en Google, nos topamos con un artículo interesante, nos pasan una receta, hojeamos el diario en Internet. ¿Podríamos leer más rápido y no perder tanto tiempo en lo que no nos genera gran interés?
Sí. El método de lectura rápida promete otorgar la capacidad de leer a mayor velocidad sin que por eso merme la capacidad de comprensión. Los expertos dicen que puede funcionar, pero que no todos los ejercicios tienen sentido.
Creen que casi todos podrían reducir prácticamente a la mitad el tiempo invertido en un determinado volumen de texto. Según el profesor Ralph Radach, el ritmo promedio es de entre 150 y 250 palabras por minuto, dependiendo del grado de complejidad de lo que se lea.
El ojo salta varias veces por segundo de un punto a otro y se detiene más tiempo en palabras o conjuntos de palabras que no conoce. A veces se producen movimientos hacia atrás (llamados «regresión»), cuando por ejemplo no se entendió algo. Y otro aspecto muy interesante es que, aunque uno no se dé cuenta, se activa una especie de voz interna que va leyendo el texto y colabora en el reconocimiento y la comprensión de lo leído («subarticulación»). Todos estos elementos son procesados a nivel cerebral de una manera interconectada.
– Principio: El método de lectura rápida propone reconocer más palabras de un vistazo, saltar hacia adelante o hacia atrás a mayor velocidad, darle ritmo a la subarticulación o «apagarla». Lo que se aporta desde el método son herramientas para abordar distintos tipos de textos.
En realidad ya hay ejercicios en apps, en cursos audiovisuales y en talleres y libros.
– Ejercicios inútiles: la lectura rápida no se basa en una ciencia como la matemática o la física y opera con informaciones que no están necesariamente fundadas científicamente. El profesor Radach muestra cierto escepticismo ante ejercicios que se limitan a los síntomas. Por ejemplo: los lectores rápidos pueden comprender un texto al leerlo por primera vez sin saltar hacia atrás, pero si alguien comienza aprendiendo a no saltar hacia atrás con la vista, podría perderse informaciones contenidas en el texto.
– ¿Tiene sentido adquirir esta técnica? Tiene sentido para quienes tienen que enfrentar grandes volúmenes de lectura, ya sea por trabajo o por estudio. Por lo general es útil para funcionarios públicos, magistrados, científicos, estudiantes y banqueros.
– Críticas: Radasch elogia los resultados de este tipo de cursos, pero existen investigaciones estadounidenses que llegaron a la conclusión de que darle velocidad a la lectura va en detrimento de la comprensión.
«No existe un modo rápido y sencillo que nos permita leer más rápido un texto y comprenderlo del mismo modo que si lo leyéramos lento», sostiene el estudio, que sin embargo constata que quien tenga un mayor dominio del lenguaje podrá avanzar más rápido.