Cómo es por dentro la soñada casa de Claude Monet en París
Claude Monet vivió en su morada de Giverny durante cuarenta y tres años, de 1883 a 1926. Este largo período de tiempo le permitió acondicionar la casa a su gusto, adaptándola al mismo tiempo a su vida familiar y profesional.
Al principio, la vivienda llamada la casa de la Prensa ( una prensa de manzanas situada sobre la pequeña plaza vecina dio nombre a la barriada), es de reducidas dimensiones. Monet la agrandará de cada lado, hasta llegar a 43 metros de largo por solo 5 metros de ancho.
La granja adosada a la casa, se transforma en su primer taller mediante la instalación de un pavimento y de una escalera que comunica con la casa principal. Monet, que pinta sobre todo al aire libre, necesita un lugar para almacenar sus telas y efectuar retoques.
Encima de su taller, Monet añade un piso y se acondiciona un gran dormitorio y un cuarto de aseo. Todo el lado izquierdo de la casa está reservado para Monet, es allí donde tiene su espacio de trabajo y de descanso.
La morada familiar de un pintor acomodado
Las ampliaciones realizadas por Monet se distinguen por el tamaño de las ventanas, mucho más anchas que en la parte original.
Del otro lado de la casa, un cobertizo desaparece reemplazado por una cocina lo suficientemente vasta para preparar cotidianamente las comidas de una familia de diez personas habituada a recibir.
En el piso, se acondicionan habitaciones para las cuatro hijas de Alice Hoschede-Monet. Los dos hijos de Alice y los dos de Claude se alojan en las buhardillas.
Es Monet quien eligió el color rosa de la fachada y el de las persianas. En esta época, la costumbre era pintar la carpintería en gris, Monet, que se preocupa poco del que dirán, decide pintarlas en verde. Instala una galería delante de la casa, una pérgola cubierta de rosales trepadores, y deja crecer una viña virgen sobre la fachada:
La casa debe fundirse con el jardín
La casa dispone de tres entradas. La de la izquierda da acceso a los aposentos de Monet, en medio se encuentra la entrada principal, a la derecha, la tercera que lleva a la cocina sirve de entrada de servicio .
El salón azul
La visita comienza por el pequeño salón-boudoir que Alice ocupaba en compañía de sus niños. Fue Monet quien supervisó toda la decoración de la casa, dando rienda suelta a su amor por el color.
La pieza sorprende por los tonos azules en sus paredes así como en el mobiliario. Armonizan con las estampas japonesas coleccionadas con pasión por Monet durante toda su vida. Llegó a poseer más de doscientas. Le gustaba rodearse e inspirarse en ellas.
El suelo está pavimentado de baldosas de cemento, muy a la moda en aquella época.
L’epicerie (la bodega)
La habitación siguiente es la entrada de Monet, acondicionada como una pequeña bodega.
Sin calefacción, permitía conservar frescos los alimentos, en particular los huevos y el té. Consumían grandes cantidades de huevos, puestos por las gallinas del gallinero. Las dos cajas colgadas de las paredes permiten almacenar 116 !
Unos muebles de estilo bambú recuerdan que lo japonés hacía furor al final del siglo XIX. El aparador está provisto de llaves incluso en los cajones. En aquel tiempo, los alimentos, eran caros y se encerraban bajo llave para evitar los robos.
El taller de Claude Monet
De l’épicerie, se pasa al taller de Monet, luego convertido en salón fumador. El pintor recibía allí sus visitas, marchantes, críticos, coleccionistas….
En las paredes, unas reproducciones evocan el aspecto del taller en vida de Monet. Al pintor le gustaba conservar una tela de cada una de las etapas de su carrera. Los originales están ahora en el museo Marmottan-Monet de París.
Como en todas las habitaciones de la casa, los muebles y objetos siguen casi todos en su sitio, confiriendo a la morada una gran autenticidad.
Un busto de Monet de Paul Paulin recuerda que el jefe de filas del impresionismo conoció la gloria en vida, a pesar de que tuvo que esperar 50 años para ser, al fin, reconocido como maestro.
El dormitorio de Claude Monet
La empinada escalera que parte de l’épicerie lleva al piso. Se entra en primer lugar al dormitorio de Claude Monet. Fue en esta cama tan sencilla donde Monet durmió, y en la que expiró el 5 de diciembre de 1926. El pintor disfrutaba de una magnífica vista sobre su jardín.
Hay que hacer notar la mesa de despacho finamente trabajada, y la cómoda, ambos del siglo XIIX. En las paredes podemos ver telas de los artistas de la colonia de Giverny. Monet exponía en su habitación las telas impresionistas de sus amigos de renombre Cezanne, Renoir, Pissarro, Sisley, Morisot, Boudin, Manet, Signac…
El dormitorio de Alice
Claude y su esposa Alice dormían en habitaciones separadas como era costumbre en las familias burguesas, pero sus aposentos se comunicaban a través de los aseos.
El dormitorio de Alice impresiona por su sencillez. Está decorado con estampas japonesas representando personajes femeninos.
El dormitorio de Alice es una de las pocas habitaciones que tiene una ventana del lado de la calle, es decir orientada al norte. En el se manifiesta la estrechez de la casa. Desde su habitación, Alice podía vigilar las idas y venidas por la escalera y observar los niños.
En lo alto de la escalera, un pequeño habitáculo servía para guardar la ropa.
No se pierden una mirada en el dormitorio de Blanche. Hija de Alice, ella se casó con Jean Monet, hijo de Claude Monet. Blanche pintaba y fue la unica alumna de Monet.
El comedor
La escalera principal baja hasta el comedor, la habitación más espectacular de la casa.
Monet, rompiendo decididamente con el gusto de su época que adoraba los tonos oscuros, lo hizo pintar en dos tonos de amarillo de cromo. Este color vibrante resalta la vajilla de loza azul expuesta en los aparadores.
Todas las paredes están recubiertas de estampas japonesas elegidas por Monet con un ojo entendido : durante cincuenta años Monet coleccionó grabados de los mejores artistas japoneses, en particular Hokusai, Hiroshige et Utamaro.
El comedor comunica con la cocina para facilitar el servicio. Monet , muy atento a los detalles, a querido que la cocina sea azul para que los invitados aperciban el color en armonía con el amarillo del comedor cuando la puerta está abierta.
Las paredes de la cocina están enteramente alicatadas de azulejos de cerámica de Rouen. La impresión de frescor dada por el azul se ve atemperada por la impresionante colección de cacerolas de cobre. Un enorme horno de carbón y leña en hierro de fundición debía mantener una elevada temperatura en la pieza.
La salida se realiza por la escalera de la cocina, que da al jardín.