Los chimpancés odian la música de Justin Bieber
Que quede claro que los chimpancés no son Beliebers. Una nueva investigación ha encontrado que los grandes simios tienen cero aprecio por la música, contradiciendo estudios anteriores que sugerían que los chimpancés encontraban la música lenta relajante.
Investigadores de la Universidad de York descubrieron que la música no tiene efecto alguno sobre su comportamiento, lo que convertiría a los humanos en la única especie que ha desarrollado una apreciación de la misma. Los hallazgos fueron publicados la semana pasada en la revista PLoS One.
El equipo de investigación eligió una selección de música que incluía Adele, Beethoven y, sí, Bieber, para los chimpancés del zoológico de Edimburgo y el Centro Nacional de Atención a Chimpancés en Texas. Notaron que los monos eran más propensos a dejar su recinto si sonaba “Beauty and a Beat” de Justin Bieber o “Rolling in the Deep” de Adele. Los chimpancés no se movieron cuando sonaba música clásica más lenta, como Mozart. (Otras canciones que testearon incluyeron “Locked Out of Heaven” de Bruno Mars y “ET” de Katy Perry con Kanye West, entre otras.)
Pero los primates probablemente no están tratando de demostrar una superioridad musical, o su disgusto por la música comercial. Muy probablemente estén respondiendo a un ritual común.
Los simios machos mayores a menudo tamborilean en los árboles como muestra de agresión, y el zoológico de Edimburgo está equipado con túneles de metal para este propósito. Por eso, cuando los ritmos rápidos de batería de Adele en “Rolling in the Deep” se encendieron, probablemente funcionó como señal para los chimpancés de que los simios machos estaban alardeando de nuevo, y que mejor debían buscar otra cosa para hacer.
Los investigadores señalaron que esto no significa que prefieren la música clásica, sólo lo perciben como un tipo diferente de ruido.
Según la autora principal del estudio, la Dr. Emma Wallace, sus resultados estaban alineados con otro estudio reciente, que encontró que los orangutanes en zoológicos eran “incapaces de distinguir la música del ruido digitalmente encriptado.”