Las caminatas rápidas de 10 minutos ayudan a dejar de fumar, según un estudio
El tabaquismo daña casi todos los órganos del cuerpo. El humo de cada cigarrillo contiene más de 5.000 productos tóxicos y cualquier forma de consumir tabaco (fumado o masticado) implica su ingreso al organismo a través de la boca, que es el primer órgano de impacto.
El consumo de tabaco y la exposición al humo son una de las principales causas de cáncer, enfermedades cardiovasculares y respiratorias causando en el mundo más de 8 millones de muertes cada año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). De ese total, más de 7 millones se deben al consumo directo y alrededor de 1,2 millones son consecuencia de la exposición de no fumadores al humo ajeno.
Si se toma la decisión de dejar de fumar es posible lograrlo sin ayuda profesional, pero hacerlo en el contexto de un tratamiento facilita el proceso dado que la persona cuenta con más herramientas para sobrellevar la abstinencia.
Si tu idea es dejar de fumar en el nuevo año, hay buenas noticias que pueden ayudar: en un estudio publicado recientemente, científicos de Innsbruck demostraron que las caminatas rápidas de diez minutos reducen los antojos de los fumadores que se abstienen temporalmente del tabaco y mejoran su bienestar general. El estudio es el primero que compara el efecto de la actividad de caminar en interiores y exteriores sobre el abandono del hábito de fumar
El estudio realizado en el Departamento de Ciencias del Deporte demostró que sesiones de ejercicio de 10 minutos al aire libre, pero también en interiores, redujeron los antojos y aliviaron los síntomas de abstinencia. Un comportamiento que también identificaron los científicos de la Universidad de Medicina de Innsbruck en su publicación en la revista Psychopharmacology, además de que comprobaron que mejoran el bienestar emocional.
Un estudio al aire libre
“Hay varios estudios sobre el efecto de las sesiones de ejercicio en interiores en fumadores temporalmente con abstinencia, el nuestro es el primero que incluye actividades al aire libre”, dijo la primera autora Stefanie Schöttl, estudiante de doctorado en el Departamento de Ciencias del Deporte de la Universidad de Innsbruck.
Para el estudio, se llevaron a cabo tres intervenciones diferentes con 16 fumadores, cada uno de los cuales estuvo sin fumar durante la noche. En orden aleatorio, los participantes realizaron una caminata rápida de diez minutos al aire libre, en una cinta de correr en interiores o permanecieron sentados durante diez minutos.
“Asignamos al azar las acitividades a todos los participantes y los sometimos a todas las condiciones con las correspondientes fases sin tratamiento para excluir las preferencias individuales”, explicó Martin Kopp, profesor de Psicología del Deporte y el Ejercicio, sobre el estudio. Antes, durante y después de las respectivas intervenciones, se preguntó a los participantes sobre los antojos, los síntomas de abstinencia y el estado de ánimo mediante instrumentos validados.
“También nos informaron del tiempo que faltaba para fumar el próximo cigarrillo”, añadió Stefanie Schöttl. Se encontraron los siguientes resultados significativos: la ansiedad disminuyó tanto en el grupo de interior como de exterior durante toda la sesión de ejercicio, mientras que permaneció sin cambios en el grupo de control.
Lo mismo se aplicó a los síntomas de abstinencia y al bienestar general. Después de veinte minutos no se pudieron medir diferencias. Después de 10 minutos, el antojo fue ligeramente menor en el grupo al aire libre que en el grupo en el interior. “Otra diferencia, aunque no significativa, entre las sesiones de ejercicio en interiores y exteriores es el tiempo que transcurre hasta el siguiente cigarrillo”, informó Stefanie Schöttl.
Esto fue 17 minutos para el grupo de interior y 26 minutos para el grupo de exterior. “Se trata de una tendencia que aún debe comprobarse en experimentos futuros”, afirmó Martin Kopp, “posiblemente cambiando la duración o la intensidad de las sesiones”. Sin embargo, la prioridad para los científicos es que los planes de caminata sean fáciles de incorporar a la vida cotidiana. “Las intervenciones deben definirse de tal manera que puedan integrarse 1:1 en los programas para dejar de fumar”, escribieron los autores.
De acuerdo a la OMS, dejar de fumar, además de proteger de una adicción, tiene beneficios inmediatos tales como disminuir el ritmo cardíaco, bajar la tensión arterial, reducir el nivel de monóxido de carbono en sangre, entre otros.
Al año de abandonarlo, se reduce en un 50% el riesgo de cardiopatía coronaria respecto al de un fumador. Además, dejar de fumar reduce el adelanto de la menopausia y aumenta la esperanza de vida en la población en general. Por ejemplo, quien abandona el cigarrillo hacia los 30 años de edad gana casi 10 años de esperanza de vida.