Phubbing, o cómo el teléfono móvil puede estar arruinando tu relación
¿Pasás más tiempo al teléfono que con tu pareja? Puede que seas un ‘phubber’, y esa es una señal de alarma importante.
Para Amy*, aquello fue algo que carcomió su relación poco a poco, hasta que finalmente la devoró por completo. «Llegaba a casa del trabajo y me ponía a hablar con él, pero siempre estaba con el móvil mirando Reddit o Instagram, y apenas levantaba la vista para verme o escuchar lo que le decía».
Amy es una gestora de cuentas londinense de 31 años. Estuvo con su pareja seis años, antes de que las cosas se rompieran en 2021, en buena medida debido a su falta de comunicación, propiciada por la obsesión de él hacia su teléfono móvil.
«Cada vez que le planteaba cómo me sentía al respecto, se mostraba despectivo. Era una cosa pequeña que al final se hizo enorme en mi cabeza y que se sumó a mis sentimientos de ser ignorada en la relación».
Se trata de algo cada vez más frecuente en la era de los teléfonos inteligentes. Esta bandera roja de las relaciones tiene un nombre: Phubbing, que significa desairar a tu pareja para pasar tiempo en tu teléfono.
Un estudio turco, realizado por la Universidad Niğde Ömer Halisdemir, descubrió que el phubbing afecta sobre todo a las parejas románticas de larga duración, provocando «un aumento de los conflictos y una reducción de la intimidad en las relaciones».
Los científicos examinaron a 712 individuos casados, con una edad media de 37 años, midiendo su satisfacción matrimonial, sus habilidades comunicativas y sus hábitos de phubbing. Como conclusión, los que se sentían más «phubbed» o «ningufoneado», declararon sentir menos satisfacción en su matrimonio.
«Los conflictos debidos al phubbing pueden provocar desavenencias entre las parejas y perjudicar el sentimiento de pertenencia», afirma Izzet Parmaksiz, autor principal del estudio, publicado en la revista Computers in Human Behaviour.
«Puesto que no podemos eliminar de nuestras vidas el uso del teléfono e Internet, es importante que las personas casadas sean conscientes de cómo pueden utilizar correctamente estas tecnologías en términos de satisfacción en la relación», explica Parmaksiz.
Además, el phubbing no se limita a las parejas de larga duración: también puede darse, por extraño que parezca, en las primeras citas.
«La conversación estaba fluyendo bien, pero de repente sacan el móvil y empiezan a mandar mensajes mientras yo hablo», cuenta Dan*, trabajador tecnológico francés de 27 años.
«Estaba dispuesto a concederle el beneficio de la duda, pero seguía ocurriendo, y después de la tercera o cuarta vez me propuse dejar de hablar y no continuar la conversación hasta que parara».
Aunque las razones del phubbing son complejas y variadas, un estudio de Yeslam Al-Saggaf, profesor asociado de la Universidad Charles Sturt y autor de The Psychology Of Phubbing (La psicología del phubbing), sugiere que la adicción a los teléfonos inteligentes fue el mayor factor de predicción, seguido de cerca por el miedo a perderse algo.
En general, es probable que todos estemos demasiado pendientes de nuestros teléfonos: Las personas de entre 16 y 64 años pasan una media de seis horas y 37 minutos al día mirando pantallas, según la biblioteca de referencia en línea DataReportal.
Ya sea distraídos en una cita o perdidos en TikTok antes de acostarnos, nos hemos acostumbrado tanto a mirar fijamente nuestras pantallas que es fácil ignorar —o incluso aceptar— los efectos negativos, a pesar de ser conscientes de ellos.
¿Cómo solucionar el phubbing?
Después de estar mucho tiempo con una pareja, se instala una comodidad que puede permitir que florezcan los malos hábitos.
«Lo que hace que una relación tenga éxito es darse cuenta de que algo ocurre y ponerle nombre», dice la psicoterapeuta Susie Masterson. «Lo que intentamos entonces es fortalecerla mediante una reparación, porque las relaciones exitosas están llenas de rupturas y reparaciones».
Una estrategia para lograrlo consiste en crear contratos de negociación entre ambos, programando un tiempo a la semana para pasarlo con la pareja y dejar los teléfonos a un lado, escuchando activamente las preocupaciones.
«Creo que hay que entender lo que les pasa a ambas partes, porque en realidad el phubber (o ningufoneador) es potencialmente igual de vulnerable y se siente igual de desconectado, pero por razones distintas que el phubbee (o ningufoneado)», explica Masterson.
Cuando empezamos a navegar por las redes sociales, buscamos una especie de escape del caos, la incertidumbre y el estrés general de la vida que nos rodea. Si un compañero que se siente rechazado por el phubbing señala este hecho, suele ser como queja, lo que puede llevar a que ambas partes se pongan a la defensiva.
«Lo que yo sugiero a la gente es que se fije, no sólo en el contenido de lo que dice, sino que preste atención a su tono de voz, a cómo se mueve su cuerpo cuando le habla, y luego reproduzca lo que cree que ha oído, pero utilizando todas las demás señales [físicas] para ayudar a dar sentido emocional a lo que está diciendo», aconseja Masterson.
«Cuando hacemos eso, nos sentimos conectados, nos sentimos escuchados, sentimos que importamos».
*Nombres ficticios