40 años sin Grace Kelly: el misterio de su trágico final
Este miércoles se cumplen 40 años de la que fuese su princesa consorte, aquella que lo dejó todo por el amor de un príncipe de Mónaco, como un amor de película del Hollywood clásico, esas mismas cintas de celuloide con las que ella había alcanzado la posteridad: Grace Kelly. Fallecía en un accidente de coche. Sin embargo, lo que en su vida había sido una de esas grandes películas de época, para su hija, Estefanía de Mónaco, se convirtió en un drama con tintes de terror: a los ojos de la opinión pública era suya la culpa de la muerte de su madre.
«No era fácil para el mundo aceptar que ella podía hacer algo tan humano como tener un accidente de coche. Pensaron que yo debí haberlo causado porque mi madre era demasiado perfecta para hacer algo así. Después de un tiempo, no puedes evitar sentirte culpable». Las palabras de Estefanía en 1989 al biógrafo Jeffrey Robinson, primera persona con la que la princesa habló para la construcción de su libro Rainier and Grace: an intimate portrait, no omitían la parte crucial de su sufrimiento: todas las miradas acusadoras que hubo de soportar con 17 años.
Primero, los hechos. En la mañana del lunes 13 de septiembre de 1982 la actriz de Solo ante el peligro o Atrapa a un ladrón y su hija adolescente se despiertan en Roc Agel, la residencia de verano de los Grimaldi, en las colinas que hacen frontera con Francia en la Costa Azul. Ese miércoles la joven comenzaba el curso escolar en París y querían llegar a Mónaco para dejarlo todo preparado, por lo que el chófer saca el Land Rover 3500 de 1972 del garaje y comienzan a cargar bolsas y maletas, pero son tantas las cosas que llevarse que llenan los asientos traseros.
El chófer insistió en llevarlas a ellas primero y luego volver a por las cosas, pero Grace le dice que conducirá ella, aunque no le gustaba sentarse al volante. Él mismo diría que cuando salieron conducía Grace Kelly y su hija iba de copiloto. En una carretera que la princesa consorte conocía muy bien, cerca de La Turbie, en una curva, el coche no frenó, atravesando el muro de contención y precipitándose por un barrando de alrededor de 35 metros de altura.
A partir de aquí llegarían las conjeturas y el calvario de la princesa, como explican desde Vanitatis. Un testigo, Sesto Lequio, afirmó ver a Estefanía salir del vehículo por el lado izquierdo, entendiendo que era ella quien lo conducía. Asimismo afirmó que ninguna llevaba el cinturón de seguridad abrochado. Pero todo ello hubiese quedado en agua de borrajas si el sensacionalismo de la época no hubiese incidido en la rebeldía que por aquel entonces mostraba Estefanía y en el hermetismo de la casa real monegasca.
Tres hechos fueron fundamentales para construir el relato de la culpabilidad de Estefanía, que no supo de la muerte de su madre hasta dos días después y que no pudo asistir a su entierro por estar recuperándose en el hospital. El primero, que hizo mención a los frenos, que según ella habían fallado, algo que los inspectores que envió Land Rover a analizar y peritar el vehículo siniestrado descartaron asegurando que estaban «en buen estado». De hecho, su hermana Carolina le contaría a Robinson que su hermana Carolina recordaba con claridad a su madre gritando «¡No puedo parar! ¡Los frenos no funcionan!», que Grace Kelly entró en pánico y que fue ella quien tiró del freno de mano.
Otro, una insistencia de los medios en que, aunque no podían tener pruebas porque no había nadie más en el vehículo, madre e hija iban discutiendo: Estefanía se quería casar con Paul Belmondo, hijo de Jean-Paul Belmondo, y su madre pensaba que fuese una buena idea. Estefanía, de hecho, nunca ha llegado a negar categóricamente esta discusión. Sin embargo, ella siempre ha reiterado lo mismo: el dolor de cabeza del que su madre se quejaba y que le hizo perder la consciencia.
«Intenté de todo, incluso metí el freno de mano. ¿Si mi madre confundió el pedal del freno con el del acelerador? No lo sé. Pero yo no estaba conduciendo», afirmó en 2002 en una entrevista con Paris Match, primera vez que se atrevía a responder las preguntas de un periodista sobre el tema.
Una teoría que confirmaron los médicos que llevaron a la exactriz en la ambulancia al Centro Hospitalario Princesa Grace donde perecería al día siguiente a los 52 años: había sufrido una hemorragia cerebral leve antes del accidente, lo que explicaría el dolor de cabeza, el desmayo y/o que se confundiera de pedal.
«Recibí ayuda profesional y, sobre todo, en los últimos ocho meses he estado aprendiendo a lidiar con ello», le dijo a Robinson siete años después del accidente. «Todavía no puedo ir por esa carretera, incluso si es otro quien conduce. Siempre les pido que tomen otro camino. Pero al menos puedo hablar de ello sin llorar. Aunque me cuesta sacar el tema delante de mi padre. En lo que a mí respecta, puedo vivir con ello. Pero todavía no puedo hablar con mi padre al respecto porque sé que le duele y no quiero hacerlo porque le quiero», agregó.
Rainiero, cuya imagen destrozado de dolor y siendo escoltado por sus hijos Alberto y Carolina la vieron cerca de 100 millones de personas por televisión, le confesó al biógrafo: «Fue terrible. Hicieron todo lo posible para que la historia siguiera funcionando y no mostraron compasión por el dolor que estábamos sufriendo. […] Pero cuando siguen repitiendo la historia que Estefanía conducía, sabiendo que se ha demostrado que ella no conducía, nos duele a todos».
Historia de una reina
Grace Patricia Kelly había nacido en Filadelfia en 1929. Su padre era constructor, el fabricante más importante de ladrillos del norte de Estados Unidos, había ganado tres medallas doradas olímpicas como remero y era extremadamente mujeriego. La madre, modelo y nadadora olímpica, al casarse se convirtió en ama de casa y dedicó sus días a sus cuatro hijos. Grace heredó la belleza de sus padres y las pretensiones artísticas de su tío George Kelly, ganador del Premio Pulitzer de dramaturgia. Ese mismo tío fue el que logró, cuando terminó el colegio, que le tomaran algunas audiciones para que consiguiera su primer papel en Broadway. Mientras tanto la joven se presentó a una prueba de cámara para una comedia llamada Taxi. No obtuvo el papel pero probablemente se trate del casting fallido más exitoso de la historia. Dos años después y cuando ya había conseguido debutar en el cine, dos directores vieron las imágenes y la contrataron para protagonizar sus películas. John Ford la eligió para Mogambo y Alfred Hitchcock para Crimen Perfecto (Dial M for Murder).
Antes había actuado junto a Gary Cooper en A la Hora Señalada. Después llegó la consagración: La Ventana Indiscreta, Para Atrapar a un Ladrón, el Oscar a mejor actriz por La Angustia de Vivir (The Country Girl) con chiste incluido de Bob Hope durante la ceremonia felicitando a ese único productor que se animó a filmar una película sin contratar a Grace Kelly. En 1954 no sólo se llevó la estatuilla sino que también fue la actriz más taquillera. Pero ese esplendor cinematográfico duró apenas un año más. El motivo fue que mientras filmaba El Cisne en Mónaco conoció al Príncipe Rainiero. En realidad el encuentro se dio en Cannes, en una de las pausas del rodaje, mientras ella presentaba The Country Girl. Olivia de Havilland le dijo a su compañera que tenía que conocer al príncipe; Grace antes de aceptar tuvo que pedir autorización a MGM. La primera salida quedó registrada en las páginas de Paris Match. Se enamoraron y a los pocos meses se casaron. Allí, con 11 films, se interrumpió su carrera. No volvió a filmar (aunque en 1964 se rumoreó que Hitchcock estuvo a punto de convencerla para que regresara con Marnie). Se dedicó a sus tres hijos, a su marido y a sus labores (si existieran) en el principado. Nunca se supo si ese renunciamiento se trató de una decisión personal o una imposición del Rainiero.
Una boda de cuentos
El casamiento fue uno de los primeros grandes hechos mediáticos de su tiempo. 2.000 fotógrafos y televisación en directo para Francia. Parecía el matrimonio perfecto: el príncipe y la actriz prestigiosa y despampanante. El estudio aprovechó la atención para estrenar ese mismo día El Cisne. Su última película, Alta Sociedad, llegó a las salas unos meses después.
El fotógrafo Cecil Beaton decía que la cámara enloquecía cada vez que Grace Kelly era captada por el lente, que nunca había visto nada igual. Beaton daba una explicación casi científica de la belleza de Grace: cara cuadrada, nariz imperceptible y de rasgos suaves, una armonía casi celestial.
Las revistas del corazón se pasaron años encandiladas con la princesa que había reinado en Hollywood. Después fue el turno de sus hijas (el Príncipe Alberto, el varón, solía pasar más desapercibido). Carolina y Stephanie acumulaban romances, escándalos y tapas de revistas. Phillipe Junot, un divorcio ruidoso, Vilas, fotos en topless, los hijos de estrellas del cine francés, rumores varios.
Grace Kelly había decidido pasar los últimos días del verano europeo de 1982 en su lugar preferido en el mundo, en Roc Agel, la mansión de descanso de los Príncipes de Mónaco. Más de 15 habitaciones, vastos jardines, piletas y dos canchas de tenis. El 13 de septiembre debía tomar el tren hacia París. Acompañaría a Stephanie en su primer día de clases.
La historia real: Los minutos previos al accidente
El chofer cargó el auto, un Land Rover de 1971, con perchas con vestidos, valijas y cajas de sombreros. El baúl y el asiento trasero se colmaron con el vestuario que la adolescente llevaría a su año escolar. No entraban los tres. El hombre les dijo que no se preocuparan, que él primero las llevaba a la estación y luego regresaba por el equipaje. Dicen que Grace se negó y que se ofreció a manejar ella. El empleado no pudo disuadirla pese a la insistencia. La Princesa había tenido un accidente automovilístico a principios de los años setenta y desde ese momento procuraba no manejar. Nadie se explica por qué esa tarde insistió en hacerlo en un camino tan complicado.
A poco de comenzar el trayecto en una curva de 150 grados, el auto salió del camino y cayó más de treinta metros por la ladera del Monte Agel, que oficia de frontera entre Mónaco y Francia. El primero en llegar fue un hombre que intentó asistir a las dos mujeres. Sacó a Stephanie por la ventanilla del conductor e intentó hacer lo mismo con Grace que estaba inconsciente.
Las mujeres fueron trasladadas a un hospital. Los primeros partes emitidos por la oficina de prensa del Principado hablaron de fracturas en algunas extremidades de la Princesa y de un cuadro que no era de gravedad. Ninguno de los muchos funcionarios de Mónaco que se encontraban de vacaciones fue llamado para que regresara a su puesto. No parecía tratarse de una situación de emergencia. Pero al día siguiente por la tarde el mundo supo que Grace Kelly había muerto a los 52 años.
Tiempo después se reconstruyeron esas horas: desde la mañana del 14 los médicos habían determinado que la Princesa padecía de muerte cerebral, había sufrido un derrame cerebral producto del accidente y su estado era irreversible. Luego de un cónclave familiar, se decidió desconectarla de la asistencia mecánica.
Stephanie no pudo concurrir al funeral porque todavía estaba internada por las lesiones. De inmediato se instaló un rumor: la que manejaba era la joven pero se dijo que había sido Grace porque Stephanie tenía 17 años, una edad en la que todavía no tenía permitido conducir. Un testigo dijo haberla visto pasar al volante, a eso debe sumarse el testimonio del que la sacó del auto. Ella siempre lo negó. Afirmó que como ambas iban sin cinturón (dato confirmado por las pericias) con los vuelcos del auto ellas rebotaron contra los cuatro costados de la cabina interior.
Un estudio dado a conocer por Mónaco varios años después afirmó que Grace Kelly había sufrido un ACV mientras manejaba (el primero, el segundo sería el del hospital que le produjo la muerte cerebral) y que eso la hizo perder el conocimiento o al menos el control de sus piernas. Stephanie declaró que al perder el control del auto –no explicó los motivos- ella intentó accionar el freno de mano pero el vehículo no se detuvo. Su hermana Carolina declaró en una entrevista que Stephanie le contó que Grace empezó a gritar que los frenos no respondían y que el auto estaba fuera de control.
Otra versión, tampoco nunca comprobada, sostiene que el auto se desbarrancó porque la mujer que conducía (Grace o Stephanie) discutía ardorosamente con su acompañante. El motivo era el futuro casamiento –nunca concretado- de la chica con Paul Belmondo, hijo de la estrella del cine francés (luego saldría también con el hijo de Alain Delon). Grace había vivido con mucho dolor el desmoronamiento del matrimonio de Carolina con Junot y el descuartizamiento de su hija por parte del periodismo, y procuraba que su hija menor no repitiera el error. También pretendía que la chica bajar el nivel de exposición pública y se dedicara a los estudios.
Otra de las versiones provocó el enojo de Rainiero. Era la que especulaba con un posible atentado por parte de la mafia. El Príncipe preguntó qué motivo podía tener la mafia para querer asesinar a su esposa y su hija menor. Ninguna de las hipótesis que se mencionaron en su momento pareció convincente.
El entierro de Grace Kelly fue un evento masivo que mezcló miembros de la nobleza, mandatarios de todo el mundo y viejas glorias de Hollywood. Grace Kelly ya era una leyenda. Después las que definitivamente ocuparon el centro de la escena fueron sus hijas. Con sus alegrías, sus frivolidades y sus desgracias.