El libro de la semana: «Tres veces luz»
¿Tenés ganas de leer pero no sabés qué libro elegir? No te preocupes, en TOPIC te recomendamos todas las semanas un imperdible para que tengas en cuenta.
El recomendado de esta semana se llama «Tres veces luz», fue escrito por el argentino Juan Mattio y lo que la historia tiene de corta, lo tiene de profunda y tremenda.
La trama que apuesta a contar Mattio arranca con una muerte en uno de los 20 puertos de la provincia de Santa Fe, lo que da pie a la intervención de una tan brillante como amargada fiscal investigadora, impecablemente dibujada. Lejos de apostar al misterio y a la solución de una intriga, la novela juega a la simultaneidad, construyendo contexto al tiempo que se avanza el esclarecimiento. No hay sorpresa sino impacto constante en esa reconstrucción del trayecto infernal de unos polizones en la bodega del buque de carga Propp, que une Costa de Marfil con la ciudad de Rosario.
Para escribir esta novela, Mattio se inspiró en una historia real que conoció durante una breve experiencia como cronista policial para narrar el vínculo entre dos polizones -un hombre y un niño confrontados a condiciones extremas de supervivencia- en una doble operación que escarba en los aspectos brutales de la civilización y al mismo tiempo pondera la facultad de la literatura para «condensar y desplazar lo real» en detrimento del periodismo.
El primer contacto de Mattio con esta historia que luego se convertiría en el germen de su novela fue hace tres años, cuando su entonces jefe en la agencia de noticias jurídicas y policiales Infojus le encargó rastrear el caso de cuatro polizones congoleños asesinados por la tripulación de un buque de carga de ultramar que tenía como destino el puerto de Rosario.
«Tres veces luz» (Negro Absoluto) integra la colección de novela negra dirigida por Juan Sasturain pero en realidad toma sólo del género aquello que lo relaciona con la enunciación de un trasfondo social que será visbilizado a medida que avance la pesquisa de la fiscal, una mujer que se rehúsa sin suerte al paradigma del detective atormentado, endurecida por un padre brutal y trabajadora a destajo «porque no aprendió a amar».
El resto de lo que descompone la novela en dos planos narrativos orbita en torno a estatuto que pone el foco en las estrategias de supervivencia de un hombre y un niño bajo un paisaje de hedores, secreciones y despojo donde no sólo se raciona la comida sino también la luz de una linterna que sólo unos minutos al día permite cotejar los cuerpos macilentos y el peso opresivo de la suciedad.
Nueve días dura la convivencia forzosa que une a los dos personajes y articula una bitácora sentimental que arranca con la desconfianza y termina con un gesto que acaso pretende conjurar la secuencia de orfandad, encierro y desamor que envuelve a todos los personajes de la novela: el foco de Mattio no está puesto en la intriga ni en la trama policial que encierra esta historia sino en la indagación entre poética y filosófica sobre los límites de la resistencia.